LA CRÍTICA

SEPTIEMBRE-OCTUBRE :: Teatro del Abasto

Crítica de Maria Inés Senabre, para Espectaculosalamod's Blog

"Excelente. Una obra que no solo plantea una cara distinta de una historia bien conocida sino que, como si fuera poco, nos acerca una realidad social y cultura tremendamente diferente. Se agradece una obra española de origen, interpretada por actores españoles muy buenos, permitiéndonos un viaje, un recuerdo o simplemente un descubrimiento de otras maneras de vivir, sentir y pensar.  
[...] 
Es algo pensado en Barcelona, nadie se imaginaría esa situación en Latinoamérica sin que termine en un crimen pasional. También hay cierta liviandad en la forma de las relaciones e incluso en la expresión de los celos. Creo que estas características hacen a esta obra importante. Lo otro que la hace importante es el mensaje que deja sobre la sencillez con que se encuentran el conocimiento y la  belleza cuando se buscan ansiosamente. 
[...]   
Tiene escenas violentas y sexuales pero esto también tiene un barniz muy español, parecen fuertísimas pero  pierden rápidamente la carga al paso siguiente. La tensión generada en las relaciones y en los momentos anteriores a las escenas violentas está muy bien llevada. 
Muy buenas actuaciones. El vestuario y la escenografía están correctamente planteados y me parecen un aporte real al éxito de la puesta. [...] Disfruté mucho el viaje. ".


 
"Con "Llueve en Barcelona", su director Yoska Lázaro pone a disposición del espectador todos los recursos del teatro de calidad. De ese que no genera ni un ápice de humor pero que quedará por mucho tiempo en nuestra cabeza como una gran obra, y que a su vez, agiganta su valor con el paso del tiempo.
Un excelente libro como el del catalán Pau Miró, una reducida pero eficaz puesta en escena, grandes actuaciones y una dinámica temporal que va recortando el aliento hasta uno sentirse incómodo. 
[...] 
Y para este rol, Lali, protagonizada por Esther Ramos, parece ideal. No cabría a posteriori que lo interpretara otra actriz. Sus gestos, su caminar y su impronta entre sensual y decadente, habilita al lucimiento de los otros dos personajes. Sobretodo su cafiolo-amante-amigo-y-pesadilla, Carlos (Kike Gómez), quien con sus patéticos gestos y latiguillos, viste de una extrema realidad a la obra. Y sí, por momentos a uno le dan ganas de saltar al escenario para ubicarlo de un golpe; sin dudas, otro logro de su director, quien tiene la clara intención de cachetear a cada rato con dosis de teatro verdad a nosotros, los espectadores [...] Cierra esta historia de amor, violencia de género, drogas, poesía y lluvia, David (Iñaki Moreno), quien le pone un manto de pasión a tanta oscuridad.
[...]
Es teatro en su estado más puro. Marco que no significa alegría y mucho menos belleza. Un libro que nos disparará miles de preguntas... como pensar cuántas miles de Lalis habrá en el mundo, cuánta gente estará al lado de la persona que la hace infeliz y cuántas no se jugarán por quienes la hacen sonreír.
[...]
Llueve en la Barcelona de Gaudí, pero también en todas las ciudades del mundo. LLovió un sábado, porque un tal Yoska se encargó de juntar todas las nubes sobre nuestras cabezas, a sabiendas de que a futuro, un hermoso sol brillará por sobre todos los que disfrutamos de una buena obra de teatro. Ojalá Lali también pueda disfrutar algún día de ese sol."

 

Meche Martínez: "La platea ya no respira... porque sucede de verdad"

" [...] Entonces, ahí, los silencios, los enojos y los malos momentos incomodan, la respiración se entrecorta, la del público y la de ellos [...] La platea ya no respira y la violencia se incrementa, la sensibilidad perturba, pero en el actor y en la actriz, todo se vuelve creíble, quizá  porque sucede de verdad en las sociedades y eso impacta [...] esta propuesta teatral  es de una gruesa y cruel realidad que duele [...] Mientras una escenografía muy simple pero bella, sostiene y aclara el marco de la historia, junto a una música que hace de separador de cortes y con su sonido  ajusta la desesperación que provoca la vida de estos hombres y esta mujer. Lo normal se vuelve doloroso  [...]".
 
 

Espero que les diga alguna cosa 
este bombón amargo 
al que le llamamos 
Llueve en Barcelona 
y es por mucho que llueva, 
la mierda sigue ahí. 

"Relatar las desavenencias de una prostituta, y tener el cuidado de no caer en lugares comunes al hacerlo, realmente no es cosa fácil. Un texto sólido y una dirección y puesta en escena bien cuidada es la que propone Yoska Lázaro, para contarnos esta historia, escrita por Pau Miró, en la que narra la vida de Lali (interpretada por Esther Ramos), una prostituta que hace la calle, y busca salir de la medianía de su vida junto a Carlos (Interpretado por Kike Gomez), su proxeneta y pareja. David (Interpretado por Iñaki Moreno), el melancólico librero cliente de Lali, busca superar junto a ella la soledad y la inminente muerte de su esposa. Una prostituta interesada en Dante, que busca clientes en los museos. Un proxeneta que come sin parar hamburguesas y bombones. Y un cliente que todas las noches desea que su mujer muera. Un triángulo frágil y oscuro que tiene como trasfondo esta particular proximidad, tan propia del barrio del Raval, entre los signos de la ciudad oculta, los del consumismo globalizador y los del mundo de la “alta cultura”. 

Realmente atractiva desde el principio al fin, tres historias, enlazadas por el amor y el desgarro social. Ese desgarro que no tiene límites geográficos. 

Una obra para disfrutar y conmoverse, con excelentes actuaciones, de tres actores españoles que conocen su oficio. "
 
 
 
JUNIO :: CC Ricardo Rojas

DIJO PUESTA EN ESCENA
La pieza escrita por Pau Miró y dirigida por Yoska Lázaro, cuenta con un elenco español, están previstas 3 funciones que esperamos sean más para que el público pueda ver este magnífico trabajo.

“Las mujeres son putas asesinas, Max, son monos ateridos de frío que contemplan el horizonte desde un árbol enfermo, son princesas que te buscan en la oscuridad, llorando, indagando las palabras que nunca podrán decir.”
Roberto Bolaño
En una sala colmadísima, el martes a las 20.00 hs. subió a escena Llueve en Barcelona en la sala Batato Barea del Centro Cultura Ricardo Rojas de la UBA. La obra escrita por Pau Miró y dirigida por Yoska Lázaro (Los errores de Noé), cuenta con un elenco español y el apoyo de diversas entidades como AMMAR, AEBA, CCEBA, Las Juanas y Mujeres en Igualdad.
Esto nos da pié para decir que aunque estamos frente a un hecho estético, éste no deja de hacer base en un tema que, instalado en todas las sociedades que presumen de civilizadas, preocupa y mucho: la explotación con fines sexuales.
La obra de Miró no tiene per se un objetivo clarificador ni despertador de conciencias sino más bien en su desarrollo, en su dinámica sencilla y en su texto claro, va sembrando un reguero de astillas que se nos clavan en el cuerpo, porque, jugada como comedia, no hay otra cosa que desazón, desesperanza y violencia en el fondo. Miró trabaja bien su texto, como aquel que esconde un remedio amargo dentro de un dulce.
“Para mí yo no soy una fracasada, lo es la sociedad. Lo más duro es la humillación que pasas y el que el tío se cree que, porque te da 20€, tiene derecho a hacer lo que le dé la gana contigo. La sociedad nos rechaza, nos ha catalogado. Yo no soy culpable. Espero conocer el lado bueno de la vida, porque todavía no lo conozco. Algún día lo conoceré” (Carol, prostituta del Raval de Barcelona). La voz de Elizabeth Vernaci es la punta de lanza y la historia de Lali, arranca sin pausa.  Ella es prostituta, vive con su chulo, está muy interesada en las palabras y cada vez que alguien le lee una frase se la atribuye a Dante. Si, a Dante, a aquel que en la Divina Comedia le hizo decir al personaje de Virgilio  que en el Limbo flotaban todos aquellos que estaban en pecado sin saberlo, porque no habían sido bautizados. Entonces, no les correspondía el Infierno, sino ese “no lugar” donde flotar con deseo sin esperanza.
Así es la vida de Lali, buscando clientes en los Museos, viviendo y tolerando a Carlos que la explota, recibiendo a David, que no casualmente es dueño de una librería y que la ve regularmente porque su mujer está muriendo y nunca acaba de hacerlo.
La soledad de todos, es maquillada con la dinámica en la que Lali se cambia mil veces de ropa, para salir en busca de clientes, para recibir o sencillamente para prestar atención a su chulo que maniacamente se corta, tanto como es capaz de azotarla porque no ganó suficiente pasta o porque sí. Porque ¡vamos! No hay modo que el explotador no sienta su propia miseria en la carne.
Lo cierto es que la excelente dirección de Yoska Lázaro, hace de la obra un vértigo en el que el espectador espera algo que no llega del modo que este análisis podría volver previsible.
Esther Ramos a cargo de Lali es de una organicidad notable. Sus modos de andar el escenario en el que el espacio escénico tiene sólo una cama central (el centro de la profesión) y unos pocos trastos más, son por demás naturales.  Se viste y desviste como si en verdad, ese cambio rápido, esa mudanza de trapos que la lleva a las calles y museos, ese laquearse las uñas para el cliente, fueran cosas que hubiera hecho toda su vida en la profesión más vieja del mundo. Iñaki Moreno como David, transita su melancolía, su impotencia y su deseo sin esperanza con soltura y muy buen  manejo del tiempo y las inflexiones. Kike Gómez como Carlos, pasa de la violencia a la contención espuria de quien sabe que puede perder su fuente de ingresos si tira demasiado de la soga y todos se mecen con humor en lo narrado. Si así no fuera, esas vidas dejarían fuera de combate al espectador porque no hay modo allí sentado, en la comodidad de la butaca (sólo trastocada por cierta percusión que intranquiliza) de no recibir esos golpes que a modo de música golpean la conciencia de los que no tenemos ni la más remota idea de lo que es ser explotada con fines sexuales.
¿Hay salida para Lali? ¿Hay salida para todas las Lalis anónimas que suben a un subte o están ahora mismo paradas en una esquina sabiendo que si no llevan determinada suma, serán apaleadas por su explotador? Los modos de ejercer la violencia de género se multiplican por distintas causas socioeconómicas pero siempre, políticas e ideológicas. No sólo el machismo permite este flagelo. No sólo el machismo permite que existan muchas Lalis que envejecen trabajando para otros con los labios partidos,  hay muchas otras desidias y ausencias que  por omisión o contubernio multiplican a las Lalis del planeta.
Pero más allá de las conversaciones y debates que el espectador tenga cuando deja la sala, más allá de la consternación que provoca cada golpe o su amenaza, lo novedoso, interesante y logrado es la puesta. Y viéndola, si es posible, sólo como un hecho estético, que lo es, Llueve en Barcelona es una obra que ojalá encuentre un espacio para estar mucho más que tres funciones porque hay mucho que aprender de este modo de subirse al escenario para contar una miseria y lograr que la gente ría y se involucre. Nosotros humanos, las más de las veces egoístas frente al dolor del “otro”  veremos grandes actuaciones, un texto sencillo pero que va directo a la emoción, una dirección precisa y por sobre todo una avidez enorme de hacer con el teatro mucho más que el regocijo del aplauso final.
Llueve en Barcelona, llueve en Buenos Aires y tal  vez en Budapest pero llueve siempre en cada corazón en el que la crueldad se naturaliza. Por ello el texto de Miró es brillante, sin metáforas de lo fútil, sin engorrosos ejercicios dialécticos, sin aspiraciones de trascender nada más que la emoción, termina trascendiendo en manos de Lázaro y sus actores y nos deja pensando que Lali es una amiga que hemos hecho esta tarde en el museo.


4.7.2011
'Llueve en Barcelona' del dramaturgo Pau Miró, se pudo ver en junio en el Centro Cultural Rojas. A partir de una situacion de prostitución, este espectaculo explora problemas de violencia contra las mujeres mujeres y sexualidad, pero tambien las necesidades y miedos de todos los seres humanos.
Crédito foto: Elizabeth Trovall
'Llueve en Barcelona' cuenta sobre Lali, una prostituta que tiene dos relaciones con dos hombres muy diferentes. Uno es David, un cliente de Lali desde hace dos años. Él es simpático e inteligente.  En la primera escena, Lali y David están juntos en una habitación. Queda claro que ellos tienen una relación bastante complicada. Para él, Lali es más que un objeto sexual, David la cuida y hay un conexión espiritual entre de los dos.
En la segunda escena, la audiencia encuentra a Carlos, el proxeneta de Lali. En contraste con el intelectualismo de David, Carlos actúa como un hombre de las cavernas. Él es fuerte, exigente y le gusta controlar Lali, muchas veces con abuso verbal y físico. A diferencia de la escena con David y Lali, el encuentro con Carlos es mucho más violento. Carlos no tiene respeto por Lali.
A medida que la historia continúa, ella se siente tirada en diferentes direcciones por los dos hombres. Con fuerza y fragilidad ella ayuda los dos. Al mismo tiempo, ella desea algo más.
Con la dirección de Yoska Lázaro, la actuación en 'Llueve en Barcelona' fue buenísima. Esther Ramos, 'Lali', tiene mucha energía y fuerza. Equilibra las emociones extremas de miedo, felicidad, y profunda tristeza.
El actor Kike Gomez, quien creó el personaje de 'Carlos', mostró  su parte animal con su físico pero también tuvo momentos muy sensibles. El hormoso Iñaki Moreno también actuó bien como 'David', el personaje más dulce y reservado.
En última instancia, lo más importante fueron las relaciones físicas entre todos los personajes. El movimiento entre todos los actores tiene un lenguaje especial e íntimo. Esta poesía no verbal es la fuerza de esta obra moderna.